En estos momentos, ando con cierta amargura cerrándome los párpados. Podría explayarme fingiendo que mis tragedias son gigantes y que no tengo responsabilidad en mi destino desdichado; sin embargo, tengo más deseos de escribir algo que tenía pensado desde hace tiempo: breves relaciones de algunos sueños que me han parecido emocionantes.
Sándwiches
Estaba vuestra servidora alegre en el patio de la secundaria, gozando del inicio del recreo. Llevaba mi lonchera; la examiné ansiosamente. Como era de esperarse, contenía un sándwich preparado con mucho amor y mucho jamón. Lo engullí con apetito salvaje y me di por satisfecha. Sin embargo, me aguardaba una sorpresa: dos nuevos sándwiches habían aparecido en el contenedor misteriosamente. "¡Qué rayos!", díjeme contenta, "tengo hambre". Así que me los comí. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que, tras concluir con mis antojos, tres nuevos sándwiches ocupaban el vacío de los anteriores. Así fueron incrementando mientras yo seguía de golosa, cuales cabezas de la Hidra; hasta donde alcanzo a recordar, logré despertar antes que la avalancha de emparedados me constriñera irreversiblemente. ¡Oh, si tan sólo hubiera llevado esos sándwiches a los niños hambrientos y paupérrimos; cuánta paz y alegría habría recibido el mundo!
El ángel derribado
Ésta es una historia intrépida y angustiante. Tras toda la propaganda que hubo del atentado contra las torres gemelas, mi inconsciente sugirió esta escena: un avión tiró el Ángel de la Independencia. El gigante, apenas tocó el suelo sin dañarse demasiado, comenzó a rodar por toda la ciudad, arrasando con todo a su paso. La gente corría despavorida, aullando: "¡¡¡CUIDADO CON EL ÁNGEL!!!"
La última escena que tengo clara fue una donde la estatua rodaba en mi dirección y yo huía al estilo de Indy Jones.
Montañas rusas
Curiosamente, éstas suelen ser el tema de mis ensoñaciones. Aparecen en lugares muy inusuales e incómodos: una vez se instaló una en mi primaria, cuyo patio era diminuto. Una de las montañas rusas más memorables en que he dormido se hallaba en una plaza comercial; al momento de subir, mis pantalones desaparecieron y tuve una experiencia llena de viento íntimo.
Mujer inapropiada
Éste es, en definitiva, uno de los mejores. Mi hermana, mi mamá y yo habíamos subido al microbús un día; ellas se fueron a un asiento casi hasta atrás y yo ocupé uno casi hasta adelante. En una de esas paradas, se sube una mujer con un atuendo bastante peculiar: estaba completamente desnuda. Aquí hizo entrada un elemento que jamás ha vuelto a aparecer en mis historias: había algunos cuadros de censura (con el simpático efecto de solarización) colocados apropiadamente sobre las partes "moralmente alborotadoras".
La mujer era obscenamente obesa y no ocultaba sus arrugas; a pesar de ello, se sentó ufanamente en el asiento frente al mío, sacó un abanico (quién sabe de dónde) y comenzó a ventilarse sensualmente para llamar la atención. Al ver fracasados sus intentos, decidió pasar a la parte trasera, donde había mayor densidad de población. Aun habiendo algún asiento vacío cerca, decidió que quería usurpar el lugar de mi hermana. Ésta, sin ser grosera, no cedió. Entonces, la mujer montó en un ataque de cólera y exclamó: "¡Ah! ¡Sólo porque estoy desnuda no me dejan!"
A continuación, arremetió en un ataque verbal contra mi hemanita, quien acabó llorando. Me levanté con prontitud de mi asiento, dispuesta a escarmentar a la histérica como era debido. Cómo lo hice, no recuerdo ya.
Amantes y premios
Muy reciente y muy jugoso; por su culpa llegué tarde a bioquímica hace una semana. Éste era el sueño de mi sueño: me había convertido, tras años de esfuerzo constante, en una especie de Madame Curie moderna (concepto abstracto literal e incuestionable de la historia). Había hecho importantes descubrimientos, y tenía la fortuna de compartirlos con un galán que era, probablemente, mi novio o amante. Éste gran ejemplar de macho, generado completamente por mi inconsciente, tenía cuerpo escultural y bronceado, semblante gentil y apuesto, tacto sutil y excitante; podíamos conversar ampliamente sobre disertaciones científicas, y bailar tango con gracia y habilidad instantes después. Su besos y caricias... ¡Oh, me derretía en sus brazos!
Yo sabía que era un científico eminente, tal como yo. Jiji. Sin embargo, todo se trastornó un día que yo abordaba alegremente el pesero, como todas las mañanas, y encontré muerto a mi hombre en el asiento delantero. De alguna manera misteriosa, me enteré después que no era un científico de profesión: en realidad, era un stripper.
Posteriormente, estaba de regreso en quinto de prepa, en la clase de Literature de Yamil Narchi. Ese día estaba entregando nuestros trabajos finales calificados, que estaban presentados en la forma de libros nuevos (con su plástico y todo). Para mi contento, había obtenido algo entre 10.2 y 10.7; como premio, recibí un vaso grande lleno de jugo de toronja, así como una botella de Grey Goose. Sabía delicioso.
La enfermera
Thriller macabro que se transmitió en mi cerebro cuando tenía, si mal no recuerdo, cinco años. Yo tenía diez años más de edad, y trabajaba de enfermera. No era, precisamente, la más caritativa: gustaba de practicar eutanasia a mis pacientes, y no estoy muy segura de haber tenido el consentimiento de la mayoría. Asimismo, practicaba la aplicación de inyecciones con naranjas, en el súper, vilmente. No sé qué veneno estaba diluido en ellas, pero era transparente. ^^ Durante la primera mitad del sueño, mi perspectiva era de observadora ("tercera persona", por así decirlo). Para la última parte, yo observaba cómo me inyectaba a mí misma... No sé bien si yo era el paciente, o sólo una inocente naranjita...
El secreto de la vida
Es EL sueño; mi catársis mística personal. Estaba caminando en un misterioso bosque, o algún ecosistema similar, rodeada de una oscuridad casi absoluta. En eso, me paro en seco; una luz naranja comenzó a irradiarlo todo, a cubrirlo todo, a rodearme. Estando en su mayor esplendor, una voz áspera y absoluta exclama desde lo alto: "Iiiilseeee... Te voy a decir el secreto de la vida..."
¡¡Oh, cielos!! Grité alborozada: ¡¡Sí!! ¡¡SÍ!! ¡¡DIME EL SECRETO DE LA VIDA!!
"Iiiilseeeee... El secreto de la vida eeeeeeessss..."
"¡¡Ilse!! ¡Ya levántate! ¡Es tarde!"
Gracias, mamá.
Risas.
Post-data: en realidad, me hizo reflexionar mucho.
Por ahí tengo olvidados más episodios ilógicos y entretenidos. Quizá me vengan a la consciencia una de estas lunas junto con nuevas aventuras y las redacte aquí para atormentarles. ;)
Con amor,
~La Vieille Mademoiselle~
27/9/07
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4 comentarios:
Tu viento íntimo... es un sueño compartido... no en una montaña rusa... mi caso era un bugee en el desaparecido Wet n' Wild de mi rancho, con una vista al caribe...
Y lo del secreto de la vida, yo también ví ese capítulo de los Simpsons!!
Aunque bueno, lo que más se parece es un sueño erótico que justo en el momento más interesante suena el despertador... ¿orgasmos sonoros? quizá... sin gemidos pero con un incesante y molesto bip bip bip.
Besos! (no negros, porque huele feo)
Que yo recuerde, no vi los Simpson antes de soñarlo, jajaja. Y hasta la fecha no he visto tal capítulo. :P Te juro que jue original, jajaja.
El d los sandwiches... x q en la secu, q tú y yo conocemos tan bien? X cierto, el d la mujer desnuda es buenísimo!!! Eso sin contar el científico-stripper, q ya lo quisiera yo, aunq yo no sé nada d ciencia... pero tu hombre parecía ser buena persona, seguramente se hubiera ofrecido a explicarme algo...
Muchos abrazos, Mademoiselle.
Jajaja, gracias. Ahí te lo revivo en el sueño que gustes. ;)
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